Oigo su voz bien entrada la noche
y en medio de la lluvia cáustica
me dicta
congojas con aires de zancudo
y yo sin
dar con un mosquitero.
Una vez
sorbe de mis capilares
habita en
ellos
la foresis
se completa.
Soy
proclive
–estoy
exhausto
apenas último
aceite de su candelabro.
Espero
alguna vez me halle la vida
en total
oscuras
y conozca
de mis propias manos
estas
sempiternas intenciones
de ahogarla
en cualquier letrina.
A Huidobro
No hay comentarios:
Publicar un comentario