martes, 28 de julio de 2015

GRAN PEZ



Tenía tendencias a extrapolar todo


Si un incauto le pasaba las llantas de la bicicleta sobre la punta de los pies/ él creía que un bisonte ferrocarril alemán lo había arrollado entero y lo había dejado inválido/ veterano de guerra.

Después de una molécula de agua del cielo directo a su frente/ se daba a la idea de un aguacero de proporciones bíblicas/ así que no salía de casa sin canoa ni remo.

El primer invierno en que en sus huesos se sostuvo/ fue un tema antártico y de grados kelvin/ una hazaña digna de un sobreviviente.

Cualquier mínima sacada de lengua era un tambor de guerra redoblando y anunciando holocaustos. En aquel patio rodarían cabezas.


Un estornudo era la mismísima muerte y sus rabietas de primeriza. 
Los eucaliptos desde su ventana/ señores sabios más longevos que el universo. 
Una oruga transformándose en el huerto era un evento más inexplicable que la teoría de cuerdas.

Era demasiado pez para este átomo de mundo.

Tarde o temprano alguien iba a sofocarlo.

Todos lo pedíamos.



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